jueves, 21 de septiembre de 2017

MIDNIGHT TRAIL BARCELONA 2017

Me encuentro a 10 segundos de empezar la midnight trail de Barcelona. Una carrera de trail nocturna que tiene la característica de ser muy polivalente: O llanos pisteros y corribles o subidas que concentran muchisimo desnivel en poca distancia.

Estas carreras son muy agónicas física y mentalmente. Es fácil medirse en un 10.000 plano o en un sube y baja ya que controlas tu ritmo sabiendo como responderá tu cuerpo, pero en una carrera donde te puedes topar con una pista de 4 km seguidos o 300 metros de escaleras... Es difícil saber si los ritmos que llevas son los adecuados.

A nivel estratégico no te puedes fiar de nada. Misma comparación: Si te alejas en un puerto de montaña sabes que estás más fuerte y eso te tranquiliza, si te alejas en una carrera tan polivalente no sabes si el corredor que tienes detrás es un escalador espectacular o se está ahorrando energía para bapulearte en el desnivel.


No planteo ninguna estrategia antes de salir: No me encuentro bien físicamente y estoy bastante cansado mentalmente. Lo dejo 100% a la imporvisación de carrera.

La metereología puede ser adversa o favorable según cómo decidas tomártelo. Hay una cosa clara, todos estamos dentro del mismo barco: Hace frío, lluvia, la niebla es espesa y el viento frena mucho en carrera. Pues mejor, cuanto más dura sea y menos te asustes más favorables son para tí las circunstancias. Así que salgo indeciso pero con la idea clara de ir a por todas.

El primer quilómetro es para romper la carrera ya que es una pista ancha que desenboca en una estrecha trialera. Llegamos un grupo de unos 6 corredores al tramo técnico. Me lo conozco muy bien pero no quiero apretar las tuercas asumiendo el riesgo de torcedura de tobillo, hay tiempo y distancia para destacar, este no es el momento.

La trialera se me hace excesivamente lenta ya que se me cuela un claro corredor de carretera delante y me ralentiza claramente mi ritmo de bajada haciendo que dos corredores se me escapen. Aprovecho una cresta de rocas para adelantar a este corredor por en medio de la misma y no dejar tanta distancia. Arriesgado... sí, pero así me salio.

Hay que tener en cuenta que lo peor que pueda pasar cuando las condiciones climáticas son ventosas y lluviosas es que tengas que salir de un grupo para coger la cabeza en el primer kilómetro. Pues eso es lo que me ocurre.

Por suerte en el últmo tramo de bajada he podido recortar algo y la distancia no supera los 15 metros. Hay que tener cuidado en estas situaciones ya que si decides coger el siguiente grupo demasiado rápido puedes incurrir en un elevado desgaste muscular que se hubiese evitado con algo más progresivo. De todos modos, tampoco puedes estar demasiado tiempo en medio ya que el viento te frena y no te aprovechas.

Toca una bajada pistera larga, por suerte no tardo mucho en cogerlos y sobrepasarlos. Se ponen detrás de mí y estabilizo mi ritmo adaptándome al suyo. Poco a poco escucho los pasos más alejados. En las bajadas pisteras el impacto es mucho más elevado de lo normal: Vás a ritmos altos y el salto de la zancada es más largo. Eso hace que el estómago me avise con los clásicos pinchazos en el costado.

Llego al plano de "la carretera de las aguas" primero y a muy pocos metros del segundo. Al quilómetro me doy cuenta que soy más contundente en la pista de tierra así que decido aprovecharme y voy al límite, me pongo a unos 3:35min/km. Hay que tener en cuenta que luego empieza todo el desnivel.

Subo el tramo de escaleras y la subida de tierra con muchos problemas, noto claramente que me recortan distancia, aunque no la sufieciente. Cuando llego arriba empieza una bajada que se convierte en un tramo de pura orientación: La niebla es muy espesa y he de bajar muy lento para ver las balizas y los elementos naturales que me pueda entorpecer.

A 2 km de la llegada al tibidavo noto como el gemelo izquierdo se empieza a tensar. Al borde de la rampa. Si eso ocurre la carrera no es que esté perdida sino es que tendré serios problemas en llegar a meta. Los futboleros ya sabéis como funciona esto de las rampas: Se empieza a notar el gemelo cargado y cuando menos te lo esperas ¡PUM! A retorcerse de dolor.

Empiezo a pisar de lado y procurando que el pie izquierdo pise plano todo el rato. Con la cabeza intento controlar las tensiones o pensar en otras cosas.

"No me puede pasar esto ahora, sería demasiado injusto"

Aguanta el músculo y llego a la zona de meta entre aplausos y ánimos, me doy la vuelta y me tranquiliza saber que afrontaré sólo la subida al templo del tibidavo, así que me lo tomo con calma para evitar la rampa. Llego a meta en primera posición.

Cuando cruzo el arco me desplomo al suelo con la cinta entre mis manos y una sonrrisa de lado a lado. Me levanto al poco rato y me dirijo directo a abrazar a Patricia que me está esperando en el propio pasillo de llegada.

¡Como siempre corro con la equipación de Kalenji de pies a cabeza! Y para variar no me defrauda en absoluto.

En las carreras de montaña el planteamiento que hagas en carrera es muy importante, pero más importante es aún, no dejarte imponer por absolutamente nada.


Salud y km




lunes, 24 de octubre de 2016

Segundo intento en Los Templarios


Estamos ya preparados en la línea de salida en Millau, ciudad situada en el sur de Francia. El ambiente que rodea la carrera es único, no sólo se celebra una fiesta deportiva al redor de la carrera, sino que la gente vive las competiciones con auténtica pasión por los corredores.

Se respira algo indescriptible. Al fin y al cabo, dicen que es la ciudad donde se originó el trail, es la competición donde empezó este maravilloso y duro deporte.

Suena la canción de los templarios a 10 segundos del inicio. Se genera un silencio por parte de los corredores y del público como si se tratara de un acto de respeto a la montaña. Mi piel florece.

A pesar de mi experiencia y mi calidad técnica en las carreras de montaña hoy tengo miedo. Hay que recordar de que el año pasado esta montaña me lo hizo pasar muy mal y he venido a sacarme esa espina que me dejó.

Este año me he juntado con los más rápidos. Corro “Les trobadours” 12 km de intensa y técnica montaña donde no hay tiempo para respirar.

Tres segundos del inicio. Cierro los ojos y me lo creo: “Jorge, es tu carrera. Tu mandas”.

A un segundo de la salida compruebo que está mi elefantito en el bolsillo y salimos como si se tratara de 800 metros lisos. Mi idea era empezar con precaución, pero no pienso dejar que la cabeza me gane ni un solo metro. Vamos a 3 min/km pero a los pocos metros reducimos a 3:25 min/km y nos estabilizamos en esta primera parte llana.

Un primer km de asfalto donde ya rompemos radicalmente la carrera un grupo de 7 corredores. A partir de ahora mis “Kalenji Kiprace” sólo pisarán montaña. Decido tomar la iniciativa y apretar en la primera subida de pista.

A medida que pasan los primeros km escucho menos jadeos tras mi nuca. Se van quedando descolgados poco a poco hasta que empieza la parte técnica y sólo quedamos dos.

He forzado mucho para quedarme en la cabeza y no he podido dejar a todos atrás así que le dejo mi plaza y bajo el ritmo. Las piernas me pesan mucho y no hemos llegado ni a la mitad de la carrera. Llego arriba del primer trecho técnico en tercera posición, pero a rueda del segundo.

En el plano y en la bajada me veo el más fuerte de la carrera, pero no aprieto el ritmo ya que el terreno es excesivamente agresivo y puedo perder la carrera por caída o torcedura. Me pongo justo detrás suyo y cojo aire.

Es curioso mi planteamiento precavido de las carreras en comparación a lo que era. Ya he tenido los suficientes fracasos para saber que a estas carreras hay que respetarlas.

El trail va transcurriendo y dejo escapar al segundo corredor en un par de subidas que bajo considerablemente el ritmo para no llegar al fallo muscular. Decido no arriesgar en las bajadas (teniendo los cuádriceps así hablamos de 50% bajar sin caer, 50% barrer el suelo).

Trozos que recorto distancia y otros que la pierdo. La conclusión es que llego al pasillo de meta con la tercera posición afianzada.

Me paro en la línea de meta y me arrodillo con la cabeza apoyada en el suelo. Es un gesto que nunca me imaginaría que haría, pero fue tan espontáneo que me dejé llevar. Posiblemente fue una reacción tras sacar todos los miedos de mi cuerpo y demostrarme que soy capaz de subirme al pódium en el festival de los templarios.


“Jorge Tarrago From Espagne” Grita el speaker.

Miro a mi equipo Kalenji España que me han apoyado desde el minuto 0 y alzo los brazos para corresponderles. Ellos confiaban en mí y eso han sido inyecciones necesarias de energía para la carrera.

Más motivado que nunca para seguir dando mi 100% en la montaña.

Salud y técnicos km,



sábado, 17 de septiembre de 2016

Midnight Trail Barcelona 2016


Hoy corro en mi casa. Desde hace años que llevo explorando esta montaña, he recorrido miles de kilómetros por estas pistas y estas trialeras. Hoy corro en Collserola, Barcelona.

La salida siempre impone, por mucha experiencia que tengas y por mucha confianza que tengas en ti mismo los atletas siguen dando miedo. Me auto convenzo de unas palabras que me dijo un amigo antes de una carrera en la que debatíamos las dificultades de subir al pódium: “Jorge, tu eres caballo ganador”

Suena el disparo inicial y nos lanzamos al ataque. Es un primer kilómetro y medio de bajada donde está claro que los primeros querrán correr para coger el primer sendero sin torpezas. Sabía que la cabeza de grupo iría rápido… Pero no me imaginaba que empezaríamos por debajo de los 3 min/km.

Una mala salida junto con atletas que entorpecen mi ritmo me dificulta mucho coger a los tres primeros que se desmarcan a los 500 metros de carrera. Al segundo km voy con ellos.

Seguimos bajando por una pista que me la conozco de memoria. Los tres primeros imponen un ritmo que prefiero no seguir y mantenerme un poco al margen. Soy un corredor que siempre pruebo en la cabeza del grupo y no dejo que nadie se me escape en los primeros kilómetros, pero lo de hoy es lo nunca visto. Siguen por debajo de tres.

No me preocupa en exceso porque no los pierdo de vista. Llegamos a la carretera de las aguas, toca un plano de unos 3 km. No les recorto distancia, siguen yendo con mucha fuerza. Me asusto, no es normal que no bajen el ritmo. Hay una realidad a la que me debería ceñir: “Si no estoy allí con ellos, es porque no puedo” Pero hay una parte más soñadora: “Si no estoy allí, es porque no quiero” Me aferro a esto y cambio el chip: “A por ellos”. Subo mi ritmo y junto con ellos lo inevitable, mis pulsaciones.

Sé que estoy arriesgando, luego viene un km en el que acumula más de 200m de D+. Si llego allí tocado se acabó todo.

Llega el primer reventón del grupo de cabeza. Adelanto al tercero con cierta facilidad, me queda, los dos primeros (entre ellos el actual campeón de Barcelona night trail).

Empezamos rampas superiores a un 25% de pendiente, 200 metros de escaleras y para concluir una subida de rocas de más de 250 metros de largo. Se me hace tan duro que cuando subo el último escalón me da una arcada y expulso unos cuantos quicos. No sólo aguanto como puedo la última rampa, sino que también pillo a la cabeza. Ya estoy aquí.

Sigue transcurriendo la carrera y rompemos el grupo de tres quedándonos dos en la cabeza. Le lanzo algún ataque para dejarlo atrás, pero me aguanta sin forzar la respiración. Dónde hay pierna… Poco hay que hacer. Se me escapa y aguanto la segunda posición hasta el templo del tibidabo. Pero esto no acaba aquí, queda lo peor, subir hasta el punto más alto y volver a bajar.

No sé si habéis subido ese templo por las escaleras de caracola estrechas. ¿Son duras e? Imaginaros lo mismo tras correr 15 km de locura y con la presión de que hay un atleta a menos de 10 metros con un solo objetivo: Ganarte.

Mi cabeza me pide tres mil veces por segundo que pare y camine. Noto que la musculatura me está fallando, está llegando a su límite. Como si en cualquier momento voy a caer desplomado a sólo unos escalones de la meta.

Llego arriba sin reservas, sin nada, ya sólo es la cabeza quien está empujando al cuerpo. Va, sólo quedas tú, tira de mí. Todo mi cuerpo ha cedido. Bajo ayudándome con los brazos y a trompicones como si me persiguiera el diablo.

Cruzo la meta en segundo lugar representado al equipo de Kalenji. Estoy contentísimo de mi resultado porque una vez más sé que he dado mi 100%. Un pódium que me ha costado mucho sufrimiento físico y también tiene su dura parte psicológica en carrera.


Espectacular inicio de temporada. Con mucha fuerza física y mental.

Un detalle que no se me puede olvidar: Sigue estando mi elefantito en el bolsillo de mi pantalón.

Salud y km,

miércoles, 27 de enero de 2016

Nacer, entrenar y arriesgar


Cursa sant vicenç de Mollet del Vallès

Los comentarios previos a la carrera se basaban en quien quedaría segundo, tercero, cuarto… A mí me nombraban a partir del cuarto puesto, las tres primeras posiciones estaban ya cogidas, sobretodo la primera, como si se tratara de una lista inamovible. Y lo bonito del deporte, en realidad, está en las sorpresas y no en lo que se supone que tiene que ocurrir.

Todos hablaban del mismo: Otmani. Un corredor que juega en otra liga, muy por encima del resto. Pues en ese momento me creí la imposibilidad de robarle la posición. Pero lo que piensas fuera de competición no tiene nada que ver con lo que piensas cuando estás dentro.

La gente me conoce y estoy entre los favoritos, pero paso a un segundo plano. En el momento de la salida sólo había una persona que se creía que podía ganar, y desgraciadamente, no era yo.

Suena el disparo y me coloco en el primer grupo de carrera. Durante los primeros km me mantengo muy cómodo, pero no quiero arriesgar a escaparme, tomaré las decisiones según lo que hagan los tres fantásticos que todo el mundo me ha estado nombrando.

Hasta el km 3 nadie toma la iniciativa y lo único que sucede es una selección natural por un ritmo progresivo.

Sólo empezar escucho muchas zancadas que resuenan por la parte trasera de mis oídos, a los dos km ya se escuchan menos, y menos, y de repente sólo escucho unas pisadas. Miró hacia al lado y me pasa Otmani por debajo de tres minutos el km. Estamos en el km 6 y aún queda mucha carrera por delante.

Cierto es que a menos de 10 metros hay dos corredores, pero en estas carreras hay una cosa clara que aprendí en un trail de montaña que iba en la cabeza con dos grandes campeones, les advertí que a menos de 20 metros teníamos una atleta. Recuerdo que me sonrió y me dijo: “Si no está aquí no es porque no quiera, es porque no puede”.

Me da la sensación de que el atleta marroquí se me puede escapar, no le puedo dar ni un metro de confianza, tengo que estar detrás de sus talones. Allí entra un debate en mi cabeza, si conservo la posición no tendré problemas, pero me he de conformar con un segundo lugar. Si le intento seguir puede ser que gane, pero caigo en el riesgo de petar e irme fuera de todo pódium. Se resuelve mi duda rápido, me siento bien y voy a apretarle, me olvido de quien es y me centro en pensar en quien soy yo.

Miro mi reloj y veo que voy por debajo de 2:50 el km y estamos cruzando el km 7. Aguanto allí con la incertidumbre de cómo responderá mi cuerpo.

Estos momentos de carrera son espectaculares, hay muchísimas personas animando y gritando en cada punto de la carrera, una cámara sobre una moto a menos de un metro de tus piernas y una tensión especial provocada por el corredor que tengo a mi lado.

Tengo una cosa clara, si llegamos a la pista juntos… Ganaré, no perderé en un sprint. Me seducía mucho la idea de luchar toda la carrera los últimos 100 metros, pero no pudo ser así. Algo pasa con Otmani y se queda atrás, me quedo con el liderato de carrera a tan solo 1,5 km de la meta.


En esos momentos sé que he ganado, aunque queda una última subida. Estoy cómodo y el segundo puesto está suficientemente alejado para que pueda saborear un último km de carrera.

Llego a la pista de atletismo y se me pone la piel de gallina, hay muchísima gente aplaudiendo en silencio. Pero eso no es lo que me hace emocionarme, sino las caras de sorpresa de la gente.

Cruzo la meta y grito de emoción. Esta carrera la corrí hace tres años y me llevé una decepción al quedar en posición 33. Prometí algo: “Volveré”, no hace falta especificar para que quería volver, se sobreentendía. Hoy vuelvo a estar aquí, pero los papeles han cambiado.  33:32 minutos



Miro a la persona que sí creía en mí y me lanzo sobre ella, vuelve a estar una vez más al pie del cañón. No sólo en la meta sino durante toda la carrera. Porque como siempre, en el bolsillo interior de mi pantalón me acompaña el ya famoso elefantito con la trompa hacia arriba. Gracias una vez más.

Una última reflexión: En el deporte y en la vida, hay muchos que nacen y se entrenan para algo, pero el mejor entre todos estos, es el que se equivoca, es decir, el que arriesga.






Un gran honor haber ganado también en categoría equipos con Kalenji Team. Gracias por hacerme más fácil esto, increíbles sensaciones con la nueva equipación de Kalenji.


jueves, 19 de noviembre de 2015

Maratón de Valencia

La estrategia de la carrera la tengo muy clara, voy a salir a comprometer a mis piernas. Soy un atleta amante al riesgo, eso quiere decir, que me planteo objetivos ambiciosos asumiendo la clara posibilidad de petar en carrera o hasta incluso lesionarme.

Si hablamos de distancias inferiores o iguales al medio maratón tomar actitudes agresivas en carrera implica poder acabar los últimos km de carrera con muchos problemas. Pero no perderás una gran cantidad de tiempo ya que no estarás más de 3 km con dificultades.

Tomar una actitud imprudente y arriesgada en un Maratón es jugarse el pellejo, porque si la musculatura te avisa en el km 25… Tienes un serio problema, lo digo por experiencia…

Así salí yo, a un ritmo de 1h:17 el medio maratón. En ese grupo me siento muy a gusto, puedo aguantar bien allí y estoy arropado por el resto de corredores. Llevo un ritmo superior a mi objetivo ambición (2h:35min) pero me siento bien y no puedo desaprovechar la oportunidad de avanzar km. Gran error.

No estoy acostumbrado a distancias tan largas. Me ha costado mucho tiempo ser inteligente en carreras de hasta 21 km. Pero parece que me llevará otro tiempo trasladar esa prudencia e inteligencia de carrera a la distancia de 42.

Al km 17 me separo un poco del grupo porque está mi novia esperándome para animarme, voy tan sobrado  y soy tan chulocarreras (o eso creía) que me paro, le doy un beso y sigo corriendo. Algún corredor bromea conmigo.

Paso el km 21 en 1h:17 min pero me veo con fuerzas así que cometo un segundo error, aún más absurdo que el primero, y no es nada más y nada menos que distanciarme del grupo entero. Me voy a correr sólo.

Para que os hagáis una idea es como si estás haciendo un trabajo grupal con personas tan inteligentes y aplicadas como tú. Tu sólo tienes que hacer una parte del trabajo ya que el resto se encargará de lo suyo. Pero eres lo tan sumamente espabilado y lumbreras que decides hacer todo el trabajo sólo. Pues sí, eso es lo que hice.

Las sensaciones eran increíbles ya que las calles estaban abarrotadas de gente a los dos lados y todos me animaban a mí. Sabía que al km 25 me volvía a esperar mi novia así que quería que me viera en la misma posición, separado de uno de los grupos más fuertes de carrera.

La realidad empieza a cobrar vida y el bajón muscular aparece. Lo dicho, que te pase esto en el km 25 es lo peor que te pueda pasar. Paso al lado de mi novia y ya no soy tan chulito, a duras penas le choco los cinco.

Así que, no deciros mucho de los otros 17 km… Un suplicio que se acentúa cada km hasta el punto que voy a un ritmo tan bajo que me daba la sensación que estaba retrocediendo. Cada km era eterno, y cuando veía que había pasado un km no pensaba en que ya quedaban menos km, sino en que aún quedan muchos km.

Poco a poco cruzo la meta en un estado catatónico y al borde de la rampa muscular, por suerte esta no llegó en ningún momento, pero de poco me fue.

En estas carreras te da tiempo a pensar en muchas cosas, pero cuando estás hecho polvo sólo piensas en la meta y en su glorioso descanso. Bueno, esto es lo que se debería pensar, yo pensaba en la meta y en la gloriosa cerveza.

Voy directo al chiringuito de cervezas (o así le llamaban) y le digo que me ponga dos cañas. El voluntario de carrera se ríe y me sirve dos claras, vamos, una mierda de limonada (perdón por la palabra malsonante, así lo veía en ese momento). Le miro y le digo:

-       Nono, jeje, no lo has entendido, dos cañas.
-       Sólo tenemos esto- Dice el camarero con una risita de subnormal (Un buen chico, pero así lo veía también en el momento)
-       Je..jeje, en serio, dame las cañas va.
-       Nono, es que no hay. Sólo hay esto que tiene un 0,2% de alcohol.

Si, me molestó mucho. ¿0,2% de alcohol? No lo entiendo, es como servirse un café y pedir 4 bolitas de azúcar. Da igual, el tema es la carrera.

A pesar de todo muy contento con el resultado, ya que acabar una carrera tan larga siempre es muy gratificante.

Gracias a Kalenji por prestarme toda la ropa para poder competir.

Salud y km,



miércoles, 28 de octubre de 2015

Trail de las templiers

Cuando llegamos allí el primer día me quedé atónito con el espectáculo que había montado entorno a la competición. Una cantidad de gente descomunal que estaban allí para disfrutar del atletismo de montaña.


Ver la llegada de algunos corredores a la meta común que tenían todas las competiciones que se celebraban durante esos días me hacía florecer en mi piel la famosa gallina. Era espectacular... Estoy en una de las fiestas más importantes del Trail, mi deporte pasión.

Por fin llega mi salida, me coloco en primera fila aún sabiendo que hoy hay atletas de alto nivel. Voy a salir a por todas, no dudo de mi capacidad de dar la sorpresa.

Compito en nombre de Kalenji España y quiero dar la talla. He compartido un día con el resto del equipo y no quiero defraudarles, quiero que se sientan orgullosos de mí, quiero llegar a mi tienda y explicarles lo que he conseguido, quiero escuchar a mi padre felicitarme... Voy a dar mi 100%, lo tengo claro.

Suena la canción de las templiers y dan el inicio e la carrera, me coloco en el primer grupo. Quiero empezar la primera subida en este grupo. Al km 1 tomo la iniciativa y ataco a 3:15 el km en el plano, quiero desgastar a los atletas más débiles antes de la subida. 

Empieza la subida, aguantamos tres en la cabeza a un ritmo muy alto, si la pendiente se mantiene podré aguantar. Ante mi sorpresa comienza una subida de una pendiente de un 30%. Efectivamente, una pared. El primer y el segundo corredor se me escapan y aguanto la tercera posición luchando como puedo con la subida.

Se hace interminable, es muy dura, posiblemente nunca me había encontrado con un rompepiernas tan largo. Noto los cuadricep que poco a poco llegan a su límite potencial, tengo ganas de coger el plano para soltar las piernas. El tercer corredor me adelanta y me quedo fuera del pódium.

Cuando llego a la parte más alta me doy cuenta de que voy cuarto con cierta diferencia del quinto, ahora sólo tengo que aguantar el tipo. Una cuarta posición en esta carrera es más que suficiente... Ya os podéis imaginar que no hablo en serio,  voy a la caza de la cabeza de carrera. Me considero un atleta muy potente en el plano de montaña, puedo recortar tiempo km a km.

Me pongo a ritmos muy altos y me quedo sólo entre presas y depredadores. Yo sólo pienso en mis presas.

Adelanto al tercer atleta y cruzo el primer punto de control con una posición que va a ser muy dura de aguantar en el pódium.

Me siento bien, y se que podré aguantar hasta el final, tengo una buena posición asegurada. Cojo una subida que viene siendo pura escalada, me ayudo con las manos para impulsarme. No me veo flojo, pero llegaré muy justo al final de carrera. Tengo el agua justa para llegar hasta el final.

No veo señales por ningún lado, sigo subiendo con la esperanza de ver algo. A los 30 metros veo un cartel que pone "la Solarite". Básicamente se podría traducir en: "Te has equivocado de camino campeón". Doy media vuelta y al cabo de un par de km cojo al denso del grupo. He pasado de ir tercero a 70. Un golpe psicológico me tumba al suelo, me desanimo completamente, me siento y empiezo a observar el paisaje mientras medito. 

"Voy a abandonar, es injusto, no me merezco esto, he luchado para estar entre los primeros"
Una parte de mí me hace levantarme y correr como si fueran los últimos 100 metros. Estoy lleno de rabia y pierdo el control, me pongo a subir a más de 180 pulsaciones adelantando a los competidores que caminaban. No pienso en las consecuencias que me traerá.

Llegando a la parte de arriba ocurre lo que tenía que pasar, se me suben los cuadricep y me retuerzo de dolor en el suelo. No recibo ayuda de nadie y tengo que controlar yo el músculo de cabeza. Es difícil de explicar la situación en la que me encontraba, he pasado de estar en tercer lugar con suficiente fuerza como para aguantar a estar retorciéndome de dolor en el suelo a 10 km de la meta.

Llego al punto de control como puedo y pido retirarme. Lo tengo claro, no quiero seguir. Me siento en una silla y empiezo a recriminarme mi error en voz alta. No quiero saber de nada ni de nadie, que me lleven al hotel y me pongo a dormir.

Me llega una imagen a la cabeza, mi primer duatlón: Rompí la patilla de cambio de la bicicleta en el primer km y decidí correr 21 km con una bici a cuestas para acabar la carrera. ¿Dónde está ese deportista?

He ganado muchas carreras desde entonces y ya no se cruzar metas en posiciones tan retrasadas. Me preocupa lo que puedan pensar de mí, me parece injusto. Últimamente si voy bien acabo, si me pasa algo me retiro. Pero... tú nunca has corrido para nadie, corres por ti. ¿Dónde esta ese Jorge que ha llegado a metas vomitando, sangrando o hasta incluso al borde del desmayo? ¿Dónde está ese Jorge que nunca se rinde? ¿Ya no es capaz de aguantar los golpes que da el deporte?

Tengo los ojos lagrimados porque me veo incapaz esta vez. Me levanto para dirigirme al coche que me bajará hasta abajo. Me siento en la parte trasera y noto un pinchazo en la lumbar, tengo algo en el bolsillo. Es un elefante con la trompa hacia arriba: Me lo regaló mi novia hace unos meses como amuleto de la suerte, me dijo que con eso nunca nada me podría ir mal, lo llevo en todas las carreras. Me había olvidado hasta incluso de eso.

"Stop¡, I will run" Grito mientras estoy bajándome del coche.

Así soy yo, no voy a rendirme, he venido a algo: cruzar una meta. Y para ello tendré que luchar con la parte más dura de una carrera, muy por encima de los dolores físicos, vencer a la bestia mala de nuestra mente.

Me acuerdo de todos: mis compañeros de Decathlon Mollet que me dieron ánimos antes de salir, me acuerdo de mi equipo de Kalenji como me decían que podía con todo, de mis padres, mis amigos... Poco a poco llego a la meta. 

¿Cómo estoy? ¡Mejor que nunca!, una derrota que me ha valido como cinco victorias. He vuelto a ser lo que era: "Un chalado que nunca se da por vencido"

Prepararos, una bestia a despertado. Muy orgulloso de mi equipo Kalenji en Templiers: Eva Benz, Vicente Roig, Llorenç Sarrión y Alejandro Reina. He acabado en parte por vosotros. 

¡¡Vamos Kalenji Team!! Esto sólo ha hecho que empezar.




Salud y km desconocidos.






viernes, 4 de septiembre de 2015

Venciendo a la historia

Hace años escribí una entrada en mi blog que se titulaba compitiendo contra la historia. Hablo de una carrera de 6 km donde logré la primera posición pero no superar el record histórico de la prueba, batido 20 años atrás.

Al siguiente año volví a correr y perdí dos minutos respecto al año anterior. Fue un verdadero bajón ver que en cuestión de un año he pasado de ser el que casi logra el “imbatible record” a el que nunca lo conseguirá. Es allí donde me prometí que algún día lo lograría.

Teniendo en cuenta de que estoy en la mejor edad para esta distancia no podía dejar pasar muchos años así que empecé a entrenar con varios objetivos en la cabeza, entre ellos, batir el record.

Vuelvo a estar después de 3 años otra vez aquí, ante la expectativa de la gente del pueblo. Varios días han pasado que mis compañeros y otros me van preguntando si me veo capacitado de lograr aquello que nadie lo ha hecho en 23 años. Batir un record de alta dificultad. Algunos siguen pensando que es imposible, otros no se la juegan y los mejores saben que lo haré. Yo… confío en mí.

Suena el disparo inicial y encabezo la carrera a un ritmo muy fuerte, quiero perder de vista el grupo rápido y centrarme 100% en mí: Mi respiración, mis ritmos, mis tiempos… Hago un primer quilómetro por debajo de 3min/km. Si sigo corriendo con esta intensidad lo lograré.

La carrera es espectacular por dos motivos: Por el reto de batir algo que la gente no se espera y por el ambientazo. A pocos metros de mis zancadas se encuentra un coche donde están mis amigos animándome a pulmón abierto, de lo que estoy muy agradecido. Esto hace que uno pueda dar su máximo rendimiento en carrera ya que cuenta con una parte hecha, posiblemente la más importante: La motivación.

Llego hasta arriba del puerto en 9:50, 10 segundos menos respecto a mis cálculos, que ya cuentan con un amplio margen de error. A priori cualquier persona pensaría de que esto está hecho, pero yo no lo veo tan claro. Estoy muy cansado de pulmones y de musculatura.

Empiezo a notar en la bajada un pinchazo en el costado que cada vez es más agudo, para evitarlo procuro apretar las abdominales pero eso penaliza el ritmo de mi respiración.

En estas situaciones el cuerpo se empieza a descontrolar, me explico, la respiración entra y sale sin sentido y sin ritmo, la técnica de pisada va como quiere, las zancadas arrítmicas… Si dejas que esta situación te siga controlando llega un punto que caes al suelo. Hago grandes esfuerzos de cabeza para seguir lo más entero posible.

Exceptuando algunos tramos cortos logro seguir con un ritmo muy alto, pero me queda el último quilómetro y aunque parezca que lo voy a conseguir mi situación es catatónica y se incrementa mi malestar de una manera vertiginosa.

Cierro los ojos y pienso en la meta, pero no puedo, mi cabeza tiene que estar pendiente de la carrera, estoy a sólo 700 metros y lo único que tengo que hacer es mantener el ritmo.

Me meto la mano en el bolsillo del pantalón y saco un elefante que apunta con la trompa hacia el cielo. Lo agarro con el puño y aprieto con fuerza para combatir estos últimos metros.

Supongo que dejar al lector sin explicación respecto a dedicar un párrafo a un elefante sería un tanto confuso. Allí va: Hace unas dos semanas mi novia, Patricia, me regaló un pequeño elefante que proviene de Thailandia. Su función es darme suerte en las carreras.

Sinceramente, no creo en la supersticiones, pero si en el poder de la mente, y este amuleto lleva consigo un sentido y una valía que no me cabe duda que me hará luchar por encima de mis posibilidades el último tramo de la carrera. Dejo caer que el último quilómetro lo hago en 2:47min/km

Tras unos 3 años del día que prometí batir el record cruzo la meta con un tiempo inferior al que se hizo hace 20 años. Eso quiere decir que lo he conseguido. Ahora, en la cursa de Coll de Gomara, que es tan cutre como importante a nivel personal para mí, hay un nuevo record histórico.
Hoy, empieza la cuenta de esta nueva historia, y no terminará hasta que alguien decida batirlo de nuevo. Ya me puedo imaginar, dentro de más de 20 años, quien será…

Salud y km,


martes, 18 de agosto de 2015

Milla sant antonio de Calonge

Un año más que me dispongo a correr la tan esperada carrera. Es una carrera que me trae bastantes grandes recuerdos  ya que siempre que la he corrido he podido disfrutar de un Podium, pero nunca he subido a lo más alto del absoluto.

Este año voy a intentar luchar la primera posición, pero soy consciente de que es una carrera donde el talento se deja ver y hay atletas de alto nivel. 

Por primera vez me atrevo con la milla y los 5 km nocturnos, con tan sólo 30 minutos de descanso entre una carrera y otra. Todo esto vestido de pies a cabeza con Kalenji.

Suena el disparo inicial y me coloco en la cola del primer grupo, han salido a un ritmo por debajo de 3min/km y eso para mi es insostenible a lo largo de la carrera, así que dejo que se envalentonen en la primera recta. Conozco esta distancia y puede engañar mucho al corredor ya que parece ser muy corta, cuando en realidad se puede hacer muy larga. Hay tiempo.

A los 300 metros el grupo relaja el ritmo y aprovecho para ponerme en la cabeza. Vamos un corredor y yo marcando el ritmo codo a codo pero nos pisan los talones 5 corredores más. Ya me han advertido que es un corredor de alto nivel, pero no me deja imponer, me siento muy bien al ritmo que voy y podré aguantar sus ataques.

Me lanza el primero a los 500 metros, lo sigo justo detrás y se descuelgan dos corredores, ya estamos tres en el pódium. Cogemos un ritmo que noto que me castiga las piernas pero lo aguanto bien.

Empezamos la última vuelta, la más bonita de todas ya que el público se vuelca en el evento de una manera especial. Seguimos codo a codo y el tercer corredor se queda un poco atrás. Nadie sabe que es lo que pasará, pero queda en clara evidencia que será una carrera disputada hasta los últimos metros.





A sólo 250 metros de la meta seguimos codo a codo pero tomo la iniciativa y presiono al atleta con un nivel más. Estoy tranquilo porque se que podré esprintar los últimos 100 metros, y por ahora, no he perdido nunca en un sprint final, podríamos decir que es mi gran ventaja.

A los 100 metros corro a mi 100% y logro dejar atrás al segundo corredor, cruzo la meta en primera posición. Voy rápidamente a descansar que en breves he de correr 5 km.


Segunda salida, me pongo nuevamente en la cola del grupo líder. Un corredor se descuelga sólo y se coloca a varios metros del grupo. Sé quien es, es el campeón mundial de duatlón (atletismo y ciclismo unidos).

Al poco rato un corredor y yo nos desmarcamos del grupo y nos juntamos con la liebre de carrera.

Así estamos hasta los 4 km. El ambiente es espectacular, en cada metro de la pista hay muchos aficionados, tanto en la calle como en todos los balcones de la carrera. Increíble la sensación de sentirte tan animado por la gente.

El último quilómetro cada uno coge su ritmo y dos corredores nos conseguimos desmarcar unos metros del tercero. Parece que vuelvo a jugarme todo en un sprint final. Parece.

De manera muy estratégica el segundo corredor tomó la iniciativa antes de los últimos 200 metros (luego me confesó que no quería vérselas conmigo en un último sprint, ya había visto la anterior carrera) me saca una distancia que no soy capaz de recortar, así que cruzo la meta en segundo lugar.


Muy contento de mis resultados, puedo disfrutar de dos trofeos más que brillarán en la vitrina de una manera especial. 

Agradecimientos a mis patrocinadores Kalenji, KT Tape y mi fisioterapeuta Jordi Ulldemolins


Salud y km.